El verano, gran disparador de trastornos de alimentación

La proximidad de las vacaciones lleva a que muchas personas se vuelquen en forma intensiva al gimnasio o las mal llamadas dietas «milagrosas». Una especialista dio a Infobae señales para reconocer a alguien preocupado por demás por su figura.

En algunas personas, la llegada del calor y la ¿necesidad? de mostrar el cuerpo les dispara la preocupación por la mirada del otro y eso suele generar una gran inseguridad y desvalorización propia.

Desde la Asociación de lucha contra la bulimia y la anorexia (Aluba) aseguran que en esta época del año crecen hasta un 20% las consultas por casos de bulimia y anorexia.

Cuando la salud (y la vida) están en juego, es el momento de preguntarse si obsesionarse con estar flaca tiene sentido.

«CUANDO LA SALUD (Y LA VIDA) ESTÁN EN JUEGO, ES EL MOMENTO DE PREGUNTARSE SI OBSESIONARSE CON ESTAR FLACA TIENE SENTIDO»
Infobae habló con la doctora Mabel Bello (MN 36.440), asesora médica de Aluba, para conocer más sobre este tipo de trastornos, que cada vez aparecen a edades más tempranas y afectan tanto a hombres como mujeres.

¿Por qué el verano actúa como disparador de trastornos de alimentación?

Con la proximidad de las vacaciones la preocupación por la figura hace que muchas personas se vuelquen en forma intensiva al gimnasio o a las dietas (a veces promocionadas como «milagrosas»). Este fenómeno estacional, más intenso en el sexo femenino y en las adolescentes, hace que las familias se acerquen a las instituciones médicas para realizar consultas sobre patologías alimentarias. Quizá no lo hacen al principio, cuando escuchan a sus hijos hablar de dietas y de cuidarse con la comida. Pero luego empiezan a notar ciertos aspectos patológicos y se preocupan.

¿Qué rol juega la mirada del otro?

La bulimia y la anorexia nerviosa afectan principalmente a adolescentes y gente muy joven que tiene miedo a enfrentar la vida, dificultades para asumir responsabilidades y tienen problemas para desarrollar habilidades sociales.

También magnifican el «qué dirán», «cómo me verán» y es ahí donde la mirada del otro se transforma en una de las preocupaciones que genera una gran inseguridad y desvalorización propia.

¿Existe alguna predisposición para que el hecho de tener que mostrar el cuerpo derive en este tipo de patologías?

El cambio de temperatura es un estímulo, puede precipitar el hecho de que alguien comience una dieta excesiva restringiendo notablemente las ingestas y muchas veces entrando en un estado de desnutrición con tal de conseguir un adelgazamiento repentino. No obstante, también hay muchos casos en que las personas no comienzan esta situación de dieta con el calor, sino que ya estaba desencadenado el síntoma pero que se puede advertir ahora porque se usan ropas más livianas y entonces aparece a la vista la pérdida de la masa muscular.

¿Qué señales de alarma demuestran que una adolescente está preocupada por demás por su figura?

En general los padres nos preguntamos si algunas conductas de nuestros hijos son en realidad «caprichos de adolescentes», si obedecen «a una crisis de crecimiento» o si «son comunes a todos los chicos».

Muchas veces no asociamos algunas actitudes que aisladamente no son importantes, pero que en su conjunto pueden conformar una patología alimentaria grave como la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa.

En cuanto a los síntomas de la anorexia nerviosa, es oportuno destacar que quienes la padecen no reconocen estar enfermos, tienen un miedo intenso a aumentar de peso y se ven gordos. Estas tres razones básicas se potencian y dan como resultado una obsesión por adelgazar que no tiene límites.

En el caso de la bulimia nerviosa se trata de una enfermedad que fue llamada «el secreto que mata». Esto porque es muy difícil detectarla ya que en la mayoría de los casos no existe un bajo peso significativo que nos llame la atención, como en el caso de la anorexia.

Las conductas patológicas «altamente secretas» de los que la padecen no permiten percibir con facilidad una señal de alerta que nos indique una posible enfermedad.

El comer a escondidas nos impide detectar un acto de voracidad, así como el atracón o el abuso de laxantes, diuréticos o anorexígenoses son conductas que se practican en soledad y se ocultan.

Pero ¿quién detecta estas conductas? El bulímico nos esconde su proceder frente a nosotros, come normalmente o hace dieta, entonces, estamos fuera de su problema, lo desconocemos y en consecuencia, no podemos brindarle ayuda.

Debemos entonces convertirnos en agudos observadores, prestar atención a mínimos detalles que pueden ser reveladores, debemos aprender a detectar la bulimia. No olvidemos que la detección temprana facilita la recuperación.

¿Qué debe hacer un padre que percibe que su hija se cuida demasiado en las comidas?

Nuestro consejo es claro y lo repetiremos toda vez que sea necesario: consultemos con un especialista. Este es sin duda el camino más seguro que nos ayudará a detectar la enfermedad a tiempo.

¿Cómo viven los varones esta época?

La anorexia y la bulimia están muy vinculadas con la mujer, fundamentalmente adolescente, aunque en los últimos años hay muchos casos de varones que sufren estas patologías.

¿Cuáles son los trastornos más comunes en verano?

Los trastornos en los que es mayor el número de casos siguen siendo la bulimia y la anorexia nerviosa.

Pero en los últimos años también se comenzó a hablar de otros trastornos de la alimentación como:

Ortorexia: desorden de la conducta alimentaria caracterizado por la obsesión por ingerir alimentos supuestamente sanos y puros, sin contaminantes, ni productos artificiales. Dicha obsesión pasa a ser el centro de la vida provocando, en lugar de una alimentación sana, otra carente de nutrientes. Al mismo tiempo se produce aislamiento y pérdida de vínculos sociales con el fin de evitar comer en lugares públicos, donde la comida pudiera tener un origen dudoso.

Vigorexia: desorden con obsesión por el cuerpo y la comida. Adicción al gimnasio, en especial al fisicoculturismo. Distorsión de la imagen corporal mediante la cual nunca se ven del todo musculosos. Selección de alimentos. Pueden tener episodios bulímicos o anoréxicos. Se da más frecuentemente en varones que en mujeres.

Desorden por atracón (comedores compulsivos): desorden de la conducta alimentaria caracterizado por episodios recurrentes de voracidad (atracones) con sensación de falta de control sobre la comida. En las comilonas, los pacientes comen sin apetito y hasta sentirse inconfortablemente llenos. Tienen intentos frustrados de hacer dietas, caen en episodios de angustia, ciclotimia, baja autoestima, aislamiento. Se trata generalmente de personas con un importante sobrepeso que lleva a una obesidad mórbida que pone en riesgo la salud de los pacientes.

La importancia de la prevención

Es importante destacar que estos trastornos de la alimentación, que pueden llevar a la muerte, pueden detectarse a tiempo, tratarse y tienen cura.

Los «no» de la prevención

Tengamos en cuenta lo que no debemos hacer en casa para prevenir la anorexia nerviosa y la bulimia.

No a comer en soledad.

No a las dietas autoimpuestas.

No al malhumor y al capricho.

No al aislamiento y a la soledad.

No a la agresividad.

No a los escándalos familiares.

No a la condescendencia.

No a la doble personalidad.

No a la autoexigencia exagerada.

No al perfeccionismo absurdo.

No a la comida, al cuerpo y a las calorías como tema de conversación.

No a la hiperactividad.

No al uso de diuréticos, laxantes o pastillas para adelgazar.

No a la automedicación.

No a los productos dietéticos.

No a los edulcorantes.

No al abuso de café.

No al cigarrillo.

No al alcohol.

No abusar de la balanza y del espejo.

No a los caprichos con la comida.

No al ayuno.

Los «sí» de la prevención

Aquí puntualizamos todo lo que en la vida diaria ayuda a prevenir la anorexia nerviosa y la bulimia y que debemos practicar en casa.

Sí a un proyecto de vida saludable.

Sí a la comida como acto social.

Sí a las actividades programadas.

Sí al respeto mutuo, a la colaboración y a la integración grupal.

Sí a la solidaridad.

Sí al compromiso mutuo o grupal.

Sí a los límites.

Sí al diálogo y la comunicación.

Sí al respeto a la familia.

Sí al buen modo y a la cordialidad.

Sí al buen humor.

Sí a la productividad y a la creatividad.

Sí al orden y cuidado de nuestro cuarto y de los espacios comunes de la casa.

Sí a la puntualidad.

Sí al progreso.

Sí a la comida en familia.

Sí a la sobremesa.

Sí a la constancia y al esfuerzo diario.

Sí al programa alimentario con responsabilidad.

Fuente: Infobae

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