Cómo evitar el estrés sin vacaciones

Mandato. Desplazarse a sitios turísticos parece una obligación. Pero hay otras formas de disfrutar.

Las exigencias del mundo laboral o las limitaciones económicas condicionan la posibilidad de tomarse vacaciones en verano. Esta situación puede causar malestar, ya que existe una especie de “mandato social” que indica que en este período del año hay que desplazarse a sitios turísticos. Pero, aunque hacer una pausa es necesario para el bienestar, existen diferentes modos de disfrutar y romper la rutina: aun sin receso laboral.

Un factor desencadenante de la acumulación de estrés, angustia y ansiedad que este escenario puede ocasionar es “la influencia de los medios de comunicación que publicitan lugares paradisíacos y viajes a sitios turísticos. Esos mensajes aumentan la sensación de encontrarse privado 
–por distintos factores– de concretar deseos y expectativas que parecen inalcanzables”, reflexiona Pablo Cólica, presidente de la Asociación de Medicina del Estrés y Psicoinmunoneuroendocrinología (AmePine).

En este período, algunas personas pueden encontrar el momento propicio para disminuir la intensidad de las actividades laborales y trabajar a un ritmo más relajado debido a que hay menos exigencias por la época del año. “Se pueden aprovechar las vacaciones de los demás y bajar el ritmo de trabajo en función de que otros están ausentes y la agenda no es tan apretada”, dice Miguel Espeche, psicólogo especialista en relaciones vinculares y coordinador de Salud Mental del Hospital Pirovano de Buenos Aires. Sin embargo, en otros casos es al revés: como hay muchas personas en receso laboral, se sobrecarga el trabajo de quienes quedaron y esto puede ser perturbador. “No obstante, el ritmo aminora en las ciudades y eso permite que en ocasiones se pueda salir antes de hora del trabajo, aprovechar los días más largos para salir a tomar algo o disfrutar de un ambiente más distendido que, con o sin vacaciones, el verano propicia”, propone Espeche.

Los especialistas acuerdan en que la mejor forma de afrontar esta situación está ligada a la calidad de vida que las personas pueden generarse dentro de las limitaciones que plantea la continuidad de la vida cotidiana laboral mientras otros descansan.

“Es una excelente oportunidad para darse un tiempo y cultivar relaciones afectivas tanto con la pareja, con los hijos, familiares y amigos. También, de aprender a comunicar lo que sentimos, siendo trasparentes, evitar el auto engaño y escuchando al otro”, propone Cólica. Agrega que es importante consensuar actividades recreativas y deportivas con familia y amigos y evitar confrontar o tratar de imponer el propio deseo.

La búsqueda de un equilibrio entre bienestar objetivo y subjetivo es la clave. El bienestar objetivo está vinculado a los bienes que se anhelan tener y el bienestar subjetivo, a valorar lo que se posee, priorizar la vida afectiva, disfrutar de pequeñas cosas que gratifican. También, a no sobre exigirse y a ser solidarios. “Las enfermedades relacionadas con el estrés son frecuentes entre quienes deben ocuparse de sobrevivir en estado de pobreza extrema como en quienes adoptan conductas enfermizas con el objetivo de acumular riqueza y poder”, advierte Cólica. Por eso insiste en que este período es adecuado para revisar proyectos y reflexionar sobre qué significa para cada uno tener calidad de vida.

Diálogo

“La pausa es necesaria –aclara el presidente del Colegio de Psicólogos de Córdoba, Jorge Cáceres–, pero la sensación de disfrute se puede obtener de diferentes maneras, especialmente estrechando lazos sociales”.

Agrega que no todas las personas sienten lo mismo frente a este escenario. “Hay gente que no sale de vacaciones porque proyectó gastar su dinero en otra cosa. Pero si el condicionamiento es económico la molestia puede ser profunda porque hay un mandato social que indica que hay que viajar o tomar sol en esta época”.

La clave es encontrarse con otra gente, no sentirse solo en esta situación. “El diálogo es fundamental: permite desarrollar estrategias de disfrute diferentes y compartidas. Si no hay parejas, familia ni amigos y el malestar es profundo, es recomendable buscar ayuda profesional. Aun en ese caso, la salida siempre es el diálogo, nunca es una salida individual”.

Niños en casa

“El verano permite potenciar el tiempo con los hijos. Es posible permanecer más tiempo al aire libre y generar momentos de disfrute y de juego. Hay que usar creativamente los recursos que están a mano: arena, agua, papeles, cajas de cartón, disfraces, pinturas; trepar árboles, andar en bicicleta, armar la pileta, jugar en la plaza”, propone la psicóloga Alejandra Bertolez, profesora adjunta de la Cátedra de Psicología Evolutiva de la Niñez de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba.

“El esfuerzo de los padres para compartir tiempo de calidad con sus hijos genera disfrute en los chicos. Es recomendable organizarles programas como visitas a amigos o salidas de campamento. Padres e hijos deben sincronizar los ánimos y tener una actitud generosa y sin culpas: no siempre es factible ofrecer a los chicos unas vacaciones ‘de revista’, dice Espeche.

Agrega que los chicos tienen gran capacidad de goce y aprovechan una pileta de lona en la azotea tanto como un viaje al Caribe.

Existen además, múltiples momentos de la vida familiar que pueden capitalizarse con la posibilidad de que el niño salga con sus padres. “Salir de compras a pie o andar en bicicleta, visitar familiares, dormir en lo de abuelos o tíos, conocer espacios culturales y sociales próximos, entre otras, son actividades que los chicos disfrutan. También, el hecho de poder acompañarlos en algunas actividades de la escuela de verano es muy valorado por ellos”, asegura Bertolez.

Recomendaciones
Con la premisa de que siempre podemos encontrar un momento para distendernos y pasarla bien aun trabajando, los especialistas recomiendan:

-Salir del sedentarismo, hacer actividades al aire libre, caminatas, deportes.

-Retomar viejas pasiones: tomar cursos de verano de pintura, música, danza, idiomas, jardinería, entre otros.

-Darse el tiempo para leer un libro, escuchar música y relajarse.

-Generar y disfrutar tiempos de encuentro de calidad con los hijos, la pareja y los amigos.

-Poner límites al tiempo de exposición a la televisión, computadora, celulares y videojuegos.

-Salir de la rutina. Frecuentar espacios abiertos como plazas, parques, ciclovías, hacer paseos de a pie o en bicicleta.

Si hay niños:

-Acompañar a los niños en sus juegos: en la pileta del patio de la casa y compartir parte de su tiempo en la escuela de verano.

-Horarios de sueño: establecer pautas claras y límites para que permanezcan despiertos.

-Organizar programas simples con amigos, vecinos, abuelos o tíos para salir a tomar un helado, ir al cine, o al teatro, visitar un parque o hacer una escapada a las sierras.

-Buscar formas de organizarles el tiempo, permitirles expresar sus deseos y opiniones.

-Si se aburren, no negar la situación. Evitar imponer un exceso de actividades para llenar vacíos.

Fuente: La Voz del Interior

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