Cómo son las infecciones de coronavirus en vacunados

Si bien son similares a las que se producen en los que no recibieron las vacunas hay algunas diferencias. Los síntomas no son los mismos. El tipo de vacuna que se recibió, el tiempo que transcurrió desde la inmunización y las variantes del Covid-19 también son factores.

Por Dr. Daniel Cassola

Si bien es común dar por hecha y terminada la vacunación apenas después de recibir la inyección se considera que una persona está vacunada recién dos semanas después, cuando los efectos protectores alcanzan su punto más alto. Como es sabido la vacunación no previene del todo las infecciones, aunque hace muchísimo más escueta su posibilidad y prácticamente delimita los posibles efectos graves de la enfermedad.

En términos generales las infecciones en personas vacunadas son similares a las de personas no vacunadas, aunque existen algunas diferencias. Las cinco dolencias más comunes de una infección en vacunados son dolor de cabeza, secreción nasal, estornudos, dolor de garganta y pérdida del olfato. Algunos de estos son los mismos síntomas que experimentan las personas contagiadas que no se han vacunado. Tres síntomas en particular: dolor de cabeza, dolor de garganta y secreción nasal. Sin embargo, los otros dos síntomas más comunes en los no vacunados son fiebre y tos persistente. Ambos se vuelven mucho menos comunes en quienes recibieron la vacuna.

Para muchos, el Covid-19 se siente como un resfrío después de la vacunación. Los vacunados también tienen menos probabilidades de ser hospitalizadas si desarrollan la enfermedad. También es probable que tengan menos síntomas durante las etapas iniciales del contagio y es menos probable que padezcan la enfermedad a largo plazo. Según estudios realizados en el Reino Unido el 0,2 por ciento de la población, o una persona de cada 500, experimenta una infección una vez que está completamente vacunada.

Aquí juegan distintos factores. El primero es el tipo específico de vacuna que alguien recibe. Todas las que se dan en Argentina tienen efectos probados y son de calidad, aunque los porcentajes varían. Es más difícil todavía determinar el porcentaje de efectividad contra infecciones en los casos en los que recibieron combinaciones, como por ejemplo Sputnik V y Moderna.

Es cada vez más evidente que el tiempo transcurrido desde la vacunación también es importante. Es una de las razones, también, por las que el debate sobre una dosis extra de refuerzo, está aumentando en el mundo. Las primeras investigaciones, que aún deben ser revisadas por otros científicos, sugieren que la protección de la vacuna Pfizer, por ejemplo, disminuye durante los seis meses posteriores a la vacunación. Es demasiado pronto para saber qué sucede con la eficacia de la vacuna más allá de los seis meses, pero es probable que se reduzca aún más.

Otro factor importante es la variante del virus a la que se está expuesto. Las vacunas se probaron contra variantes que dejaron de ser dominantes, por la evolución de la pandemia y los tiempos de la investigación. Por ejemplo, la dosis de Pfizer baja del 95 al 88 por ciento de efectividad cuando se trata de la variante Delta. Es una inmunidad muy importante pero levemente menor. Lo mismo sucede con las dosis de AstraZeneca y otras.

Aun considerando todo lo anterior, las vacunas reducen enormemente las posibilidades de contraer Covid-19. También protegen en un grado mayor contra la hospitalización y la muerte.

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