Debate científico, ¿el coronavirus se puede transmitir por el aire?

Según la teoría que sostiene oficialmente la OMS el virus cae rápidamente al suelo luego de salir por la boca o la nariz. Distintos científicos y asesores sostienen lo contrario. Una u otra postura determinan distintas medidas de prevención para evitar el contagio.

Por Dr. Daniel Cassola

La pandemia obligó a un acto de humildad forzada a toda la comunidad científica internacional, que más de una vez debieron caer en admitir aquello que sostenían los filósofos antiguos: ‘Solo sé que no sé nada’. Más allá de la exageración, la irrupción del coronavirus obligó a comenzar un trabajo prácticamente desde cero para conocer de qué manera actúa el Covid-19 para contagiar y enfermar.

Uno de los puntos centrales que sostuvo la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene que ver con que una vez expulsado del cuerpo, por la boca y la nariz al hablar, escupir o estornudar, el virus caía rápidamente al suelo, porque estaba presente solo en grandes gotas. Pero en una carta abierta destinada justamente a la OMS un grupo de especialistas, 239 de 32 países distintos, sostienen que hay pruebas para considerar que el virus se transmite por gotas más pequeñas, por lo que puede quedar suspendido en el aire.

No se trata de un detalle menor, sobre todo cuando la mitad del mundo está iniciando reaperturas de actividades, y, probablemente, segundas olas de contagio. Si el virus queda suspendido en el aire, para evitar la transmisión hay que mejorar los sistemas de ventilación de prácticamente todos los lugares cerrados (bares, restaurantes, casinos, oficinas, mercados, entre otros), el uso de mascarillas también debería respetarse en los interiores, y los trabajadores de la salud deberían utilizar los barbijos especiales en todo momento.

La posición de la OMS al respecto hoy la sintetiza Benedetta Allegranzi, líder técnica en el control de la infección, que sostiene: “Especialmente en el último par de meses, hemos estado afirmando varias veces que consideramos la transmisión por aire como posible, pero ciertamente no está apoyada por pruebas sólidas o incluso claras”. En cambio los científicos que elaboraron la carta, y que planean publicar sus conclusiones en alguna revista científica durante los próximos días, sostienen que el contagio es posible si alguien inhala esas microgotas infectadas con el virus que quedan suspendidas en el aire. Parece un detalle, pero es un dato que podría cambiar la estrategia mundial contra la pandemia. Por ejemplo, se ha hecho mucho hincapié en el lavado de manos aunque no está probado la transmisión por medio de superficies (de todas maneras la higiene puede prevenir otras enfermedades así que es necesaria), pero podría ser más importante la ventilación, sobre la que no se ha hablado tanto.

Mary-Louise McLaws, miembro del comité que elaboró la carta y epidemióloga de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sydney afirmó: “Si empezamos a revisar el flujo de aire, tendríamos que estar preparados para cambiar mucho de lo que hacemos. Creo que es una buena idea, una muy buena idea, pero causará un enorme escalofrío en la sociedad de control de infecciones”.

“Sabemos desde 1946 que la tos y el habla generan aerosoles”, dijo, a su vez, Linsey Marr, experta en transmisión aérea de virus en Virginia Tech. La hipótesis que sostiene este grupo es que en lugares donde la tasa de intercambio de aire es baja, es decir dónde la ventilación es mala, el virus suspendido en el aire puede suponer un riesgo importante. Esto no quiere decir que el virus permanezca mucho tiempo, pero sí podría significar que es posible contagiarse a pesar de sostener la distancia en un lugar cerrado.

A la espera de una vacuna o de tratamientos que se puedan aplicar de manera eficaz y masiva, la humanidad continúa investigando un virus que tiene al mundo en vilo. Lo que en otros momentos los científicos hicieron en laboratorios fuera de la atención mundial, hoy se desarrolla prácticamente en vivo y en directo. La ciencia generalmente avanza contraponiendo posiciones distintas. La diferencia es que hoy, de esas conclusiones, depende buena parte de la suerte de la población mundial.

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