Por Dr. Daniel Cassola
Si bien la devaluación, la recesión y la inflación ponen en entredicho casi todas las actividades económicas del país, el sector de la salud parece atravesar una tormenta aún más fuerte que la describe el gobierno nacional.
En este sentido el presidente de la cámara empresarial ACAMI, que nuclea a empresas como OSDE y los hospitales Británico, Alemán, Italiano, entre otras, Hugo Magonza expresó en una nota de opinión que “el sector salud entra a una crisis peor a la de 2001”.
“Argentina tiene un costo en salud que supera en 40% el costo de vida. En esta crisis entramos con las arcas totalmente golpeadas, porque el Estado regula el calor de las cuotas pero no regula los costos. Hubo algunos intentos de ponerle razonabilidad al gasto, pero en ninguna medida tiene efecto inmediato”, dice Magonza en uno de los párrafos más destacados de su nota publicada en el Cronista Comercial.
Si esta es la situación de algunas de las empresas que cuentan con los planes más caros del país, nos podemos imaginar cómo es la situación de allí para abajo. Uno de los factores que profundizan la crisis de todos los prestadores de salud es la paritaria que el gremio de la sanidad firmó alrededor del 30 por ciento mientras que el aumento que reconocen los financiadores (obras sociales nacionales y provinciales, empresas de medicina prepaga) es alrededor del 20. A eso se le suele llamar descalce y va a horadar las arcas de las empresas de salud.
Por otra parte lo que está en cuestión después de la devaluación son las deudas en pesos. La COFA, entidad que nuclea a las farmacias de todo el país, ya expresó que si no se cancela la deuda de 1100 millones de pesos que la industria farmacéutica tiene con las farmacias no podrán continuar vendiendo medicamentos a, por ejemplo, el PAMI. El planteo es razonable ya que hay deuda que se contrajo en abril, antes de la primera gran devaluación.
El panorama tampoco es alentador para quienes deben recurrir al sector público. Aquí a la tormenta económica se le suma la degradación que sufrió el Ministerio, que pasó a ser una secretaría subordinada a Desarrollo Social. La sensación es que la degradación ministerial se podría traducir en menos recursos para los hospitales públicos y la compra de medicamentos para enfermedades sensibles.
En definitiva, si seguimos la metáfora oficial de la tormenta económica, la salud parece ser un barco a la deriva en un océano tempestuoso.