Los de más de 90 años son cada vez más

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Por Dr. Daniel Cassola

En tan solo una década la población de mayores de 90 en Argentina aumentó en un 35 por ciento. Hay muchos datos, tanto a nivel local como internacional, que marcan el crecimiento de este segmento de la sociedad.

Tomemos como ejemplo la edad del juez Carlos Fayt, o sea 97 años. Entre el censo de 2001 y el de 2011, la cantidad de personas con 97 años aumentó un 43 por ciento. En total se calcula que hoy hay más de 150 mil argentinos que han superado los 90 años de vida.

A nivel internacional, la Organización Panamericana de Salud ha publicado recientemente que son dos los sectores de la población que más han crecido. En primer lugar los que presentan la mayor tasa de aumento son los centenarios. Y en segundo lugar se ubican quienes tienen entre 80 y 99 años.

Esta nueva tercera, cuarta o quinta edad genera inquietud en todo el mundo. Mientras que la prolongación de la vida es una excelente noticia a la vez constituye un desafío grande en el porvenir.

La OPS prevé que en el siglo XXI la creciente población de personas mayores de 85 años creará importantes crisis económicas, de recursos médicos y éticas tanto en los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo.

Al posar la lupa sobre la vida de las personas que llegan a los tres dígitos, los investigadores arriban a conclusiones similares. Aquellos que no ejercieron una vejez pasiva, sino que entre los 70 años y los 90 se mantuvieron activos son los que tienen mayores chances de unirse al club de los centenarios.

La longevidad ya es un hecho social de nuestra época, una realidad innegable. Si bien las estadísticas muestran que es en los países desarrollados donde más se ha prolongado la vida, el fenómeno abarca prácticamente a todo el mundo.

Así como el crecimiento de esta población es un dato duro de la realidad, hay ideas que atrasan. Por ejemplo, eso de que la avanzada edad es sinónimo de decrepitud y senilidad es, a esta altura del partido, algo que se podía pensar en el siglo pasado.

Las estructuras sociales que estaban pensadas para contener a personas que vivían hasta los 75 u 80 años están quedando obsoletas. En todos los ámbitos de la vida hay que repensar formas de atender e incluir a estos nuevos y numerosos grupos de la población.

Como dijimos anteriormente la longevidad es una buena noticia, pero necesita de planificación y de recursos. La pregunta final es: ¿Estamos preparados para convivir con cientos de miles de mayores de 90 años?

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