Otro paso contra el Alzheimer: prueban un marcapasos cerebral

Ya se lo colocaron a algunos pacientes en Estados Unidos. Ayudaría a frenar su avance.
Parece una trama de una película de ciencia ficción: sacudir el cerebro humano con pequeñas descargas eléctricas para postergar el avance del mal de Alzheimer. Y no es una tarea sencilla. Se perforan agujeros en el cráneo del paciente para introducir electrodos en el lugar adecuado.
Un cambio espectacular ha surgido en la decepcionante lucha para encontrar un medio que frene esta epidemia: el primer experimento estadounidense con “marcapasos cerebrales” contra el Alzheimer. Los científicos han puesto su esperanza más allá de los fármacos recurriendo a los implantes que faciliten nuevos tratamientos.
La investigación se encuentra todavía en etapas primarias. Solamente unas pocas decenas de personas que tienen Alzheimer en sus etapas iniciales recibirán un implante en unos pocos hospitales en los Estados Unidos.
Nadie sabe si producirán efectos positivos ni, en caso de que así sea, cuánto durarán.
Kathy Sanford figuró entre las primeras en inscribirse en el programa experimental. La residente de Ohio, en las primeras fases del Alzheimer, se estaba deteriorando gradualmente. Seguía viviendo sola, colocando avisos para ella, pero ya no podía trabajar. Los medicamentos habituales no le servían más. Los médicos de la Universidad de Ohio le dieron un hilo de esperanza: un estímulo eléctrico constante en el cerebro podría reforzar los circuitos cerebrales de la memoria y el raciocinio, y con ello prolongar su utilidad, soslayando especialmente algunas fases de la demencia. Sanford decidió que merecía la pena arriesgarse.
“El motivo por el cual lo hago es a veces muy difícil de recordar’’, dijo Sanford, de 57 años, en su casa de Lancaster, Ohio.
Su padre fue más franco. “¿Cuál era la alternativa? Participar en un programa o sentarnos aquí y verla deteriorarse poco a poco?”, preguntó Joe Jester, de 78 años. El lleva en auto a su hija a las consultas postoperatorias, con la ilusión de ver alguna mejoría.
Meses después de la operación de cinco horas, el cabello, afeitado para la cirugía, ha comenzado a crecer y Sanford dijo sentirse bien, con cosquilleos ocasionales que atribuye a los electrodos. Tiene un generador alimentado por una batería, que instalado cerca de su clavícula envía la electricidad. Es demasiado pronto para saber cómo le irá; la seguirán por dos años. “Se trata de una evaluación en curso y nos sentimos optimistas’’, dijo el neurocirujano de la Universidad Estatal de Ohio, Alí Rezai.
Más de 5 millones de estadounidenses sufren de Alzheimer o demencias similares, y se prevé que el número aumente rápidamente a medida que envejece la generación de la postguerra.
Los fármacos disponibles sólo tienen un efecto temporal con algunos síntomas.
Los intentos de atacar la presunta causa de la dolencia, una sustancia que tapona el cerebro, no han tenido efecto hasta ahora.
“Los investigadores estamos cansados de no contar con otros medios con los que trabajar para atacar este mal’’, comentó el neurólogo de la Universidad Estatal de Ohio, Douglas Scharre.
El nuevo enfoque con el marcapasos se denomina estimulación cerebral profunda. Aunque no ataca las causas del Alzheimer, “quizá podamos hacer que el cerebro funcione mejor”, agregó.
CLARIN

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