En la Argentina, la tos convulsa —también conocida como coqueluche— volvió a encender alertas sanitarias por un crecimiento acelerado de casos y una dispersión territorial mayor que la observada el año pasado.
Por Dr. Daniel Cassola
Los datos nacionales actualizados muestran que, en apenas seis semanas, el número de confirmados se duplicó y la tendencia continúa en ascenso. En ese contexto, ya se registraron siete muertes en menores de 2 años, incluidos tres recién nacidos, un dato que vuelve a poner el foco en el impacto de esta infección cuando alcanza a los más pequeños.
El salto en los registros puede verse en la evolución de las confirmaciones sobre el total de notificaciones cargadas al sistema de vigilancia epidemiológica del Ministerio de Salud. Antes de mediados de octubre se contabilizaban 333 casos confirmados entre más de 3400 consultas con signos compatibles, como catarro y tos persistente e incontrolable. Dos semanas atrás, las confirmaciones ascendían a 688 sobre 5110 notificaciones. Este aumento no solo implica más diagnósticos, sino también un mayor movimiento del virus bacteriano entre jurisdicciones, con notificaciones provenientes de múltiples puntos del país y un predominio marcado de las regiones centro y sur.
La curva, según describió el área de Epidemiología nacional, retomó un ascenso desde la primera semana de julio. Al principio, ese incremento se vinculó especialmente con el brote en Ushuaia y con el aumento de casos confirmados en el centro del país, con énfasis en la provincia de Buenos Aires. Con el correr de las semanas, el crecimiento siguió “en curso” y se consolidó una dispersión que incluye, de manera destacada, los casos relacionados con el brote en Río Grande, en Tierra del Fuego. Además de ese foco, los distritos que están cargando más consultas por síntomas de alerta incluyen Córdoba, Buenos Aires, Salta, Mendoza, Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires.
La comparación interanual refuerza la magnitud del fenómeno. A esta altura del año pasado, ocho provincias habían informado 137 positivos. En cambio, este año ya son 19 las jurisdicciones con más de 600 casos confirmados. La tos convulsa es una enfermedad respiratoria asociada en la mayoría de los cuadros a la bacteria Bordetella pertussis, que se transmite a través de gotas al toser, hablar o estornudar, y cuya prevención depende de un esquema de vacunación incluido en el calendario. Sin embargo, el avance de casos vuelve a mostrar los puntos frágiles: algunas provincias reforzaron la comunicación para mejorar coberturas y advirtieron que una proporción significativa de infecciones ocurre en bebés, con especial concentración antes de los seis meses de vida, una etapa en la que el riesgo de complicaciones es mayor.
En ese grupo, la protección temprana depende en gran medida de la vacunación durante el embarazo. La dosis de triple bacteriana acelular indicada para gestantes se aplica a partir de la semana 20 de gestación y está incorporada al calendario desde 2013, luego de un escenario crítico registrado en 2011, cuando los casos se triplicaron y las muertes en el primer año de vida se quintuplicaron. La lógica sanitaria es clara: la inmunización materna transfiere defensas al recién nacido en los primeros meses, cuando su sistema inmune todavía no alcanza una respuesta madura y el esquema infantil aún no está completo.
El perfil de los fallecimientos reportados este año también habla de esa vulnerabilidad. Cuatro de los siete niños muertos tenían menos de seis meses, uno tenía menos de once meses y dos no llegaban a los dos años. Según la información oficial, ninguno de los casos en edad de recibir vacunas contaba con dosis registradas, mientras que en los menores de dos meses tampoco se consigna vacunación materna, un dato que vuelve a subrayar la importancia de sostener coberturas altas y registros completos.
En cuanto al patrón de circulación, la extensión geográfica de 2025 se parece más a lo que ocurrió en 2019, antes de la pandemia. Aquel año cerró con 953 casos confirmados sobre más de 7100 notificaciones, con Santa Cruz como única provincia sin casos informados. En los años posteriores, el impacto de las restricciones y la dinámica del Covid-19 modificaron el comportamiento de varias infecciones respiratorias. El repunte más claro de la serie reciente había sido 2023, cuando se confirmaron 667 positivos entre 5694 notificados, con fuerte concentración en Santa Fe y menor distribución territorial. Este año, de todos modos, aún hay provincias sin infecciones notificadas: Formosa, Chaco, Catamarca, San Luis y Corrientes.
El aumento no pasó inadvertido para las sociedades científicas. En octubre, la Sociedad Argentina de Pediatría advirtió sobre el crecimiento de la coqueluche e insistió en reforzar la vacunación, que sigue por debajo del 95% recomendado para salir de la zona de cobertura subóptima. Desde el esquema inicial en los primeros meses de vida hasta los refuerzos en la infancia y la adolescencia, la entidad remarcó que la respuesta sanitaria requiere sostener el calendario activo y mejorar el acceso. En línea con ese diagnóstico, recordó que la Organización Panamericana de la Salud había alertado en junio sobre el resurgimiento regional y había pedido fortalecer vigilancia y monitoreo de coberturas. En el caso argentino, el incremento ya se notaba hacia finales de 2024, pero el volumen reportado en 2025, hasta el momento, triplica al del año anterior.









