Antártida argentina: la única escuela del país con clases presenciales


Por Redacción Curar con Opinión

La Escuela Provincial Nº 38 «Presidente Raúl Ricardo Alfonsín», dependiente de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, que está ubicada en la base Esperanza en la Antártida Argentina, tiene 14 alumnos y es el único establecimiento educativo en país que continúa con sus actividades y clases presenciales de forma normal, según informó en un boletín la Fundación Marambio.

El último contacto que tuvieron en la base con gente que vino del continente fue el 3 de marzo de 2020 cuando llegaron las últimas familias que faltaban para completar la dotación, nueve días antes que se confirmara el primer caso positivo de Covid-19 en el país, por lo que la Antártida se convirtió en uno de los lugares más seguros ante el virus que ya contagió a más de un millón de personas en todo el mundo.

Allá están aislados, pero sin restricciones de circulación,  se trata de un grupo de 63 personas que integra la Dotación 2020 de la Base Esperanza de la Antártica Argentina una de las seis bases permanentes de nuestro país en el continente blanco, la única que tiene escuela, porque solo allí viven familias, que hacen su vida habitual, con fuertes vientos y temperaturas de varios grados bajo cero.

Sobre las complicaciones para las clases presenciales, Víctor Navarro Zalazar, docente de la escuela, dice: «Acá el único inconveniente que podemos tener para suspender las clases, que nos pasó en dos oportunidades, son las condiciones climáticas. Cuando hay vientos que superan los 100 kilómetros por hora tenemos que suspender las clases, porque es imposible llegar hasta la escuela desde nuestras casas. De no ser por eso, vamos a completar el ciclo lectivo.»

Navarro describe así un día en la escuela: «Iniciamos las clases todos los días a las 8 de la mañana. Mariana, como directora de la escuela, cuando ve que el clima no está bueno se comunica con los meteorólogos, que le pasan el parte para ver qué temperatura tenemos en la base, a qué velocidad está el viento, sí no hay pie de hielo y si podemos llegar a la Escuela.»

«Las ráfagas son tan fuertes que te llevan. No tenés cómo sostenerte. A veces estamos detrás de los chicos cubriéndolos para que no se los lleve el viento. Es toda una aventura», relata Mariana Ibarra, directora de la escuela.

Continúa: «Acá tenemos el edificio de la escuela por un lado y las familias viven en casas que están en un radio de 500 metros. Ese trayecto es el que tienen que hacer las familias con los alumnos a la mañana», y agrega: «Cuando hay mucha nieve o mucho viento se complica, porque el viento levanta la nieve y se produce el viento blanco que no te deja ver ni a 20 centímetros. Es imposible caminar. Además, si es muy fuerte podes salir caminando en una dirección y terminas en otro lado.»

«De los 14 chicos, siete alumnos están en la primaria, dos en nivel inicial y cinco en el secundario, que estudian a distancia en el SEADEA (Sistema de educación a Distancia del Ejército Argentino). Como contaba Víctor, un día de clases acá comienza a las 8 de la mañana, izamos nuestra bandera. Después, cada chico cuenta sus novedades. Ahora estamos haciendo que cada uno traiga una adivinanza o trabalenguas para compartir entre los tres niveles», cuenta la directora, que tiene entre sus alumnos a sus dos hijos.

Lo que sigue es trabajar en las diferentes áreas de estudio. «Se ingresa a las aulas y se comienza con prácticas de Lenguaje, Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales. También tienen sus recreos. A media mañana desayunan. Después a la tarde tienen los talleres de Educación Física y Música. Así que todo el tiempo están ocupados».

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