Así lo consideran las principales autoridades sanitarias del país. El contexto regional es de una suba de casos pronunciada en todos los casos. En la última semana Argentina reportó un 11 por ciento más de casos que en la anterior. Se vienen más restricciones al turismo para evitar la circulación de nuevas cepas.
Por Dr. Daniel Cassola
La segunda ola está aquí, y no nos referimos solamente a Argentina. En la última semana los casos positivos crecieron un 155 por ciento en Uruguay, un 98 por ciento en Paraguay, un 59 por ciento en Chile y un 56 por ciento en el colapsado Brasil. Los factores son varios. Se habla del relajamiento social, el mayor movimiento y socialización por la mayor actividad (por ejemplo clases presenciales), además de la propagación de cepas más contagiosas (lo que afecta más a los demás países de la región, por ahora, que a Argentina en particular).
La proyección en Argentina es hacia el alza. Hace tres semanas los casos habían crecido apenas un dos por ciento, quince días atrás lo hicieron en un 5 por ciento mientras que la última ya crecieron a un ritmo del 11 por ciento. Por el carácter exponencial de la pandemia los contagios podrían estar en diez días en un orden de crecimiento del 20 por ciento y luego, una semana más tarde, en el 40. Esto no quiere decir que necesariamente vaya a ser así pero nadie sabe cuando se va a detener la ola que empieza a crecer. Encima recién comienza el otoño por lo que quedan por delante los seis meses más fríos del año.
Un factor clave es el de las nuevas cepas, tanto la P1, de Manaos, Brasil, como las otras variantes británicas y sudafricanas. Al momento se detectaron en el país pero solo en viajeros por lo que se considera que no hay circulación comunitaria de estas variantes. Mantener eso así es un punto importante para que la segunda ola no se descontrole. Otra cuestión que preocupa a los especialistas es que con tantas actividades habilitadas se pierden las referencias de los contactos. O sea, ya es más difícil que alguien identifique dónde se contagió.
En este panorama es probable que pronto el gobierno anuncie nuevas restricciones al turismo, sobre todo con destino al Brasil, donde está la cepa que parece ser la más contagiosa y letal. Una opción, para desincentivar los viajes, sería que los viajeros sean quienes abonan su testeo PCR y su hotel para confinarse al menos una semana cuando regresan al país.
En algún momento es probable que sean necesarias estas y otras medidas porque la vacunación está siendo más lenta de lo planeado. Hoy hay escasez de vacunas. Las que Argentina ya tiene aseguradas por contrato alcanzarían para cubrir a la población de riesgo y un poco más pero la producción y la distribución está demorada. Aquí más de tres millones de argentinos se vacunaron. Sin embargo, el virus sigue propagándose. Chile constituye un ejemplo perfecto al respecto, ya que ya inmunizaron a 8 millones de personas y de todas maneras experimenta una nueva ola que obliga a su gobierno a imponer restricciones, suspender clases presenciales en muchos distritos y a reducir la movilidad solo para esenciales.
La cadena nacional que utilizó Alberto Fernández el jueves pasado encendió una señal de alarma. A pesar de las circunstancias extraordinarias que se atravesaron en buena parte de su presidencia es un recurso de comunicación al que recurrió muy poco. Por otra parte no hubo un anuncio de medidas concretas sino más bien una advertencia. La pandemia no terminó, y todavía falta bastante. Hay que seguir con los cuidados y no relajarse. Las vacunas van a tardar y el gobierno percibe que no hay resto en el humor social para nuevas restricciones.