El uso de barbijo o tapaboca es solo un complemento del resto de las medidas


A partir del miércoles será obligatorio el uso de barbijos o tapabocas en la Ciudad de Buenos Aires para ingresar a comercios, oficinas, bancos, dependencias públicas y para viajar en los medios de transporte público. Otras provincias ya lo implementaron. Se analiza en Buenos Aires.

Por Dr. Daniel Cassola

La pandemia impone un cambio, al menos temporario, en nuestras costumbres. El distanciamientos social se impuso por la obligatoriedad de la cuarentena y, a primera vista, en los supermercados y comercios que permanecen abiertos parece respetarse, más allá de algún accidente como el sucedido el primer día que abrieron los bancos para pagarles a los jubilados.

Un nuevo hábito que deberán adquirir los porteños es el de utilizar barbijo o tapabocas para salir de sus hogares. De entrada es conveniente tener algo en claro. Se trata de una medida complementaria de las otras, no de algún tipo de solución. Tanto la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) como el Comité de Infectología Crítica insisten en que las medidas verdaderamente cruciales son el distanciamiento físico, el lavado de manos y la desinfección permanente de superficies.

¿Entonces para qué taparse la boca? En un documento difundido por las sociedades científicas antes citadas se establece que “el uso de barbijos caseros podría tener un rol en la disminución de la propagación desde la población que puede encontrarse infectada asintomática o en período presintomático hacia el resto de la población, actuando como un elemento de barrera para los fluidos infectantes”. Por ello, se recomienda su uso en entornos públicos donde otras medidas de distanciamiento físico sean difíciles de mantener, como en las compras de productos esenciales como alimentos y medicamentos, agregan los especialistas.

Varios funcionarios del área de salud recalcaron que el uso del barbijo o tapabocas no remplaza otras medidas de seguridad. Por ejemplo, Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, recalcó que su uso “podría generar una falsa sensación de seguridad y que, por eso, hay que insistir en que no reemplaza al aislamiento social preventivo y obligatorio, el lavado de manos, el toser y estornudar cubriéndonos con el pliegue del codo, airear los ambientes o limpiar las superficies”.

Taparse la boca es una medida, digámoslo así, solidaria. No va a evitar que el que lo usa se contagie pero sí va a servir para evitar la propagación si el que lo usa está infectado y todavía no lo sabe.  

Por último es importante tener en cuenta una serie de acciones y conductas para que el uso de los cobertores sea eficaz y no contraproducente. Antes de colocarlo se deben lavar las manos con agua y jabón o con un desinfectante a base de alcohol. Mientras se use tiene que cubrir la boca y la nariz. No hay que tocar el barbijo y, de hacerlo, lavar bien las manos. Debe cambiarse en cuanto esté húmedo o sucio. El barbijo se saca por detrás y sin tocar la parte delantera, luego se introduce en un recipiente cerrado y se lavan las manos con agua y jabón o alcohol en gel.

Es importante tener presente que una de las costumbres que tenemos que tratar de evitar lo más posible es tocarnos la cara. Si usamos el barbijo pero lo manoseamos constantemente, nos tocamos todo el tiempo, nos rascamos donde rozan las tiritas y demás cuestiones la medida va a ser ineficaz.

Es algo más que puede contribuir a que la pandemia pase generando la menor cantidad de casos posibles. Es una prueba más para nuestra paciencia, pero, a esta altura, seguramente ya tenemos un buen entrenamiento.

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