Unicef: En Argentina 3,8 millones de niños son pobres y sus derechos fundamentales están vulnerados

El último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) arrojó que casi 4 millones de niños en Argentina viven en la pobreza. Está basado en datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

Por Dr. Daniel Cassola

La Argentina cuenta con 3,8 millones de niños pobres, medidos por ingresos, que sufren otras privaciones como el acceso a la educación, la vivienda o a cloacas, todos ellos considerados derechos fundamentales. El estudio de Unicef reveló que la pobreza en el 2021 afectó al 28,4 por ciento de las niñas y niños del país lo que equivale en términos absolutos a más de 3,8 millones de niñas y niños.

El documento presentó además un análisis de la pobreza y privaciones en la niñez y adolescencia en Argentina. Al igual que la pobreza monetaria del conjunto de la población, la pobreza monetaria infantil es altamente volátil y acompaña los movimientos cíclicos de la economía y la inflación. Sin embargo, destacó que la pobreza infantil lo hace a un nivel bastante más elevado que la pobreza general: entre 14 y 17 puntos por sobre la general.

Así, al primer semestre de 2021, el 54,6 por ciento de las niñas, niños y adolescentes se encontraban bajo la línea de pobreza monetaria: 7,2 millones de chicos y chicas. 2,2 millones (el 16,9 por ciento) viven en situación de pobreza extrema monetaria. Las dimensiones que utiliza Unicef para calcular este indicador multidimensional son educación, protección social, vivienda adecuada, saneamiento básico, acceso al agua segura, y hábitat seguro.

El informe indicó que las niñas y niños significativamente menos pobres que el promedio residen en hogares cuya persona de referencia tiene 60 años o más, ha completado 12 de educación formal y se desempeña como trabajador/a independiente profesional o como asalariado/a formal. A pesar de eso, el documento sugiere que la condición de empleado por parte de la persona de referencia del hogar “no es una condición suficiente para que el hogar escape de la pobreza”. Se puede ser pobre trabajando muchas horas por el bajo nivel de los salarios.

“Una niña o un niño cuya persona de referencia se desempeña como asalariada informal, o como trabajador por cuenta propia en ocupaciones de baja cualificación, tiene una probabilidad de estar en la pobreza dos veces más alta que la de quienes residen hogares liderados por un trabajador formal. Es claro que la calidad de la inserción laboral importa y que una inserción precaria en el mercado laboral genera una situación análoga en términos de bienestar que la provocada por la falta de empleo”, destacó el informe. De ello se podría concluir que la pobreza infantil se combate, en parte, creando puestos de trabajo de calidad para los adultos.

Otro dato que se destaca en el informe es que una niña o niño que reside en una vivienda ubicada en un barrio popular registra una tasa de pobreza un 43 por ciento más elevada que el promedio general. Respecto a la perspectiva de género, Unicef remarcó que en todo el período bajo análisis las personas que conforman hogares con jefas mujeres muestran tasas de pobreza mayores que las de aquellos cuyo jefe es varón. 

 “En el momento de la crisis desatada por la pandemia esa diferencia se amplió y llegó a 8,2 puntos, mostrando un mayor impacto de la pérdida de ingresos entre hogares con jefatura femenina. Se mantiene la mayor vulnerabilidad de los hogares con presencia de niñas, niños y adolescentes entre sus miembros, que se profundiza cuando la jefa es mujer. Estos hogares, que se encontraban ya en peor situación relativa, sufrieron en mayor medida las consecuencias de la crisis”, afirmó.

Por último, el informe de Unicef planteó que la erradicación de la pobreza requeriría un esfuerzo en términos de crecimiento y lucha contra la inflación más fuerte. En ese sentido, afirmó que se estima que para lograr niveles de un dígito de pobreza infantil se necesitaría crecer a una tasa superior al 3% anual en términos reales durante 15 años. Un escenario que en la Argentina de hoy se asemeja a una utopía.

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