Por Redacción Curar con Opinión
Un equipo de científicos de la Universidad de California en San Diego ha dado un paso crucial en la lucha contra las bacterias resistentes a los antibióticos, identificando una debilidad clave en su fisiología. Este hallazgo, publicado en la revista Science Advances, podría transformar la forma en que abordamos una de las mayores amenazas para la salud pública del siglo XXI.
El estudio revela que, aunque las bacterias resistentes a los antibióticos poseen ventajas de supervivencia, estas mutaciones también generan limitaciones fisiológicas. “Descubrimos un talón de Aquiles en las bacterias resistentes a los antibióticos”, señaló el profesor Gürol Süel, líder del proyecto. “Podemos aprovechar este coste fisiológico para suprimir la resistencia sin recurrir a fármacos ni productos químicos dañinos”.
La investigación se centró en la bacteria Bacillus subtilis, con énfasis en los ribosomas, estructuras celulares que producen proteínas. Los científicos observaron que las mutaciones responsables de la resistencia generan una competencia interna entre los ribosomas alterados y las moléculas de ATP por los iones de magnesio, fundamentales para la estabilidad celular.
Este desequilibrio energético afecta negativamente el crecimiento de las bacterias resistentes en comparación con las cepas normales. El equipo también analizó una variante ribosomal llamada «L22» en Bacillus subtilis, descubriendo que reducir el magnesio en el entorno bacteriano podría inhibir específicamente a las cepas resistentes sin afectar a bacterias benéficas.
Además de este avance, el equipo de Süel ya había desarrollado en octubre un dispositivo bioelectrónico capaz de utilizar la actividad eléctrica natural de las bacterias para combatir infecciones sin necesidad de antibióticos. Este dispositivo se probó con éxito contra Staphylococcus epidermidis, un patógeno común en infecciones hospitalarias.
“La creciente resistencia a los antibióticos y su uso descontrolado han llevado a su presencia en todo el planeta, desde el Ártico hasta los océanos”, afirmó Süel. “Necesitamos alternativas sostenibles, y nuestros estudios demuestran que es posible controlar las bacterias resistentes sin recurrir a fármacos”.
Según proyecciones recientes, las infecciones resistentes a los medicamentos podrían causar hasta dos millones de muertes anuales para 2050, el doble de las cifras actuales. La identificación de este «talón de Aquiles» podría marcar un punto de inflexión en la lucha contra esta crisis global, ofreciendo un enfoque innovador, sostenible y libre de químicos para combatir infecciones resistentes.
El estudio, realizado en colaboración con la Universidad Estatal de Arizona y la Universitat Pompeu Fabra, no solo aporta nuevas perspectivas sobre la resistencia bacteriana, sino que abre camino hacia soluciones que prioricen la salud pública y la preservación del medio ambiente.