Por Redacción Curar con Opinión
Estamos en la época del año en la que, tanto en oficinas como en hogares, el aire acondicionado está constantemente encendido.
“Cada estación tiene una relación particular con nuestro sistema respiratorio y si bien el verano supone menos inconvenientes, el abuso del aire acondicionado nos expone a cambios bruscos de temperatura y humedad en el aire que respiramos, así como a agentes infecciosos o alergénicos que podrían enfermarnos”, plantea Martín Maillo, de la sección de Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
Durante el verano existen muchas zonas en las que el calor es intolerable sin un resguardo fresco o la posibilidad de acondicionar el aire. Pero también es un hecho que la falta de ventilación en lugares cerrados, sumada a la deficiente limpieza de los filtros de los aires acondicionados, conlleva a la acumulación de partículas alergénicas como pólenes, polvos domésticos y ácaros y aumenta la posibilidad de infecciones al acumular gérmenes.
“La vía aérea superior y la nariz tienen como objetivo calentar, filtrar y humidificar el aire que inhalamos, hecho que se vuelve más difícil en un ambiente acondicionado por un aparato, donde el aire se enfría y pierde humedad”, detalla el experto.
Está claro que el abuso de este tipo de aire expone al cuerpo a mayor susceptibilidad para desencadenar, por ejemplo, dolor de garganta, rinitis, tos, broncoespasmo, sequedad de mucosas e infecciones.