Según la OMS 2023 tampoco será el año del fin de la pandemia

Enero de 2023 era la fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud para comenzar las discusiones sobre cómo poner fin a la declaración de emergencia global por culpa de la pandemia, pero el nuevo brote en China puso en peligro los planes globales de contención del covid.

Por Dr. Daniel Cassola

“Tenemos confianza de que en algún momento de este año la Covid-19 deje de ser considerada una emergencia sanitaria”, advirtió el director general de la OMS, Tedros Adhamon Ghebreyesus el 10 de diciembre. Algo más 3 semanas después, estas declaraciones dejaron de tener sentido.

La espectacular evolución de la enfermedad experimentada en China este mes puede poner en peligro los planes globales de contención. Al igual de lo que ocurrió en diciembre de 2019, medio mundo mira ahora a los datos epidemiológicos chinos sin ocultar la preocupación. No en vano, algunos expertos de la misma organización dirigida por Ghebreyesus han puesto en duda que haya razones para el optimismo.

Sin ir más lejos, la semana pasada la viróloga consultora de la OMS Marion Koopmans fue muy clara: “No podemos ni siquiera pensar en hablar de postpandemia cuando una parte tan grande del planeta está experimentando un crecimiento hasta ahora no visto de los casos”.

Las autoridades chinas, siempre opacas al escrutinio internacional, han dejado escapar la idea de que la nueva oleada de contagios puede producir 800 millones de casos y cerca de un millón de muertos. Eso supone confesar que está en riesgo de enfermar el 60 por 100 de la población china, lo que es lo mismo que decir que se contagiará uno de cada diez habitantes del planeta.

Hace unos días, la Comisión Nacional de Salud del país asiático decidió dejar de emitir informes diarios sobre la situación de los contagios. A pesar de ello, los análisis estadísticos arrojan que cerca de 250 millones de personas se han infectado en los primeros 20 días de diciembre. La organización británica independiente Airfinity ha sido más precisa: afirma que en China se está produciendo un millón de contagios y 5.000 muertes cada día.

Las autoridades del país han quedado encerradas en una trampa. A principio de mes se atrevieron a relajar algunas medidas de protección ante el aumento de las protestas de la ciudadanía. Ahora, no pueden reconocer que las cifras de la enfermedad se están disparando sin control y dar así a entender que su relajación en las medidas ha provocado un aumento inusitado de los casos.

Parece claro que en el gigante asiático la política Cero Covid no ha funcionado. Los expertos se debaten sobre si culpar del fracaso a la propia política restrictiva o a otros factores. Una población brutalmente aislada y confinada tiene menos posibilidades de adquirir inmunidad de rebaño.

El aislamiento extremo, como el que se ha propuesto en China desde el principio de la crisis, tiene como efecto secundario una cantidad mayor de personas susceptibles de ser contagiadas. Por otro lado, persisten las dudas sobre la auténtica eficacia de la modalidad de vacuna elegida por las autoridades chinas. Lo cierto es que, hoy por hoy, el país se encuentra en una tormenta epidémica de difícil gestión.

Para que la enfermedad deje de ser considerada una emergencia global hay que resolver aún muchos problemas, y no solo la situación en China. Para empezar, la ciencia todavía no conoce bien cuál será la evolución de los millones de afectados en el mundo por Covid persistente. Hasta tres años después de los primeros contagios, según datos de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, el 0,3 por 100 de las muertes por coronavirus se debe a las secuelas a largo plazo del mal.

Sin resolver la situación de estos enfermos será difícil que la OMS de el paso hacia la declaración de la pandemia como un problema del pasado.

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