La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió una alerta sanitaria por el incremento sostenido de casos de coqueluche, también conocida como tos convulsa, en la población infantil del país.
Por Dr. Daniel Cassola
El documento, elaborado por los Comités de Epidemiología e Infectología de la entidad, detalla un panorama inquietante: los diagnósticos de este año ya triplican a los registrados en 2024, lo que reaviva las preocupaciones sobre la disminución de las coberturas vacunales y la necesidad de fortalecer la vigilancia epidemiológica.
El informe de la SAP recuerda que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ya había advertido en junio sobre un resurgimiento regional de la enfermedad e instó a los países a reforzar la detección temprana y el seguimiento de las coberturas de vacunación. En Argentina, la situación comenzó a agravarse hacia fines del año pasado, y en 2025 se confirmaron 333 casos de los 3441 sospechosos, 288 de ellos mediante diagnóstico de laboratorio. Tierra del Fuego, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires encabezan la lista de jurisdicciones con mayor incidencia acumulada.
La Dra. María del Valle Juárez, secretaria del Comité de Epidemiología de la SAP, explicó que la mayoría de los casos se concentran en menores de cinco años, especialmente en lactantes menores de seis meses. “En las últimas semanas se notificaron cuatro fallecimientos por coqueluche confirmada, tres de ellos en menores de un año. Este escenario exige reforzar la sospecha clínica, mejorar la confirmación diagnóstica y recuperar las coberturas de vacunación para controlar la situación”, advirtió. Además, señaló que el subregistro de casos es probable, debido a las dificultades de acceso a los métodos de diagnóstico en varias regiones.
La tos convulsa es una infección bacteriana causada por Bordetella pertussis que afecta principalmente a las vías respiratorias. Según la infectóloga Dra. Elizabeth Bogdanowicz, los síntomas suelen comenzar como un resfrío leve, pero progresan hacia una tos súbita, intensa y persistente que puede durar semanas y provocar vómitos. En los lactantes, la enfermedad suele ser atípica y puede causar episodios de apnea y cianosis sin fiebre evidente. En cambio, en los niños vacunados o en adultos, puede manifestarse como una tos crónica de larga duración. “La gravedad se acentúa en los bebés menores de seis meses, especialmente en los no vacunados o en hijos de madres que no recibieron la vacuna durante el embarazo”, agregó la Dra. Florencia Lución, epidemióloga de la SAP.
En cuanto al tratamiento, la SAP recomienda la administración de antibióticos como azitromicina durante cinco días o alternativas como claritromicina, eritromicina o trimetoprima-sulfametoxazol. El objetivo principal es reducir la transmisión y prevenir nuevos contagios dentro del entorno familiar o escolar. La institución también subraya la importancia del manejo de los contactos estrechos, definidos como personas que hayan compartido espacios cerrados o tenido contacto directo con secreciones de un caso sintomático. En estos casos, se sugiere evaluar el estado de vacunación, aplicar refuerzos si es necesario, indicar profilaxis antibiótica y restringir la asistencia escolar hasta completar cinco días de tratamiento.
“La coqueluche es altamente contagiosa y puede afectar a todas las edades, pero sus consecuencias más graves se observan en los más pequeños y en quienes tienen enfermedades crónicas”, insistió la Dra. Bogdanowicz. La Dra. Juárez añadió que los pediatras deben mantener una alta sospecha clínica ante cuadros respiratorios prolongados: “En menores de seis meses, cualquier infección respiratoria con apnea o cianosis debe ser evaluada como posible caso. En mayores, la tos persistente de más de dos semanas también puede ser una señal de alarma”.
El documento de la SAP enfatiza que la vacunación sigue siendo la herramienta más eficaz para prevenir las formas graves y las muertes por coqueluche. Sin embargo, advierte que las coberturas actuales son insuficientes: en 2024, solo el 68% de los niños había recibido el primer refuerzo de la vacuna quíntuple o séxtuple entre los 15 y 18 meses, lejos del 95% recomendado. La inmunización de embarazadas, además, ha demostrado ser clave para proteger a los recién nacidos en los primeros meses de vida, por lo que se insta a reforzar las campañas en este grupo.
El calendario nacional establece que los niños deben recibir la vacuna a los 2, 4 y 6 meses (esquema primario), con refuerzos a los 15-18 meses, a los 5 años y a los 11 años. También se recomienda una dosis de triple bacteriana acelular a todas las embarazadas a partir de la semana 20 de gestación, así como al personal de salud en contacto con lactantes y a convivientes de recién nacidos prematuros.









