Lo informó la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) que también lanzó una campaña de prevención de parasitosis intestinal.
Por Dr. Daniel Cassola
La Organización Panamericana de la Salud indica que 1.500 millones de personas en el mundo son alcanzadas por esta enfermedad y que cerca de 46 millones de niños, de entre uno y catorce años, están en riesgo de contraerla. La población infantil es la más sensible a sufrir parasitosis y pueden experimentar, si no la trata, desde malestar general hasta trastornos de crecimiento y desarrollo intelectual.
La Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) lleva adelante, por tercer año consecutivo, la Campaña de Prevención de Parasitosis Intestinal que tiene como objetivo informar acerca de la patología, métodos de prevención y posibles consecuencias si no se la trata.
Por parasitosis intestinal se entiende a aquellas infecciones causadas por la presencia de parásitos en el intestino. Los parásitos son organismos que requieren para su supervivencia permanecer en otra especie a la que llamamos huésped. “Algunos son visibles al ojo humano, otros no, y provocan trastornos en la salud que van desde leves hasta muy serios, si no se trata la patología”, explica Edgardo Smecuol, gastroenterólogo.
Estas enfermedades suelen ser desconocidas por la comunidad, a pesar de que las fuentes de contagio son muy comunes. Entre ellas, deben mencionarse: falta del lavado de manos, alimentación con vegetales crudos mal lavados o tratados con aguas no seguras, consumo de agua contaminada y deficiencias en instalaciones sanitarias. En el caso de los niños, se suman los objetos contaminados que se llevan a la boca.
“Los parásitos culminan su ciclo cuando llegan al suelo, contaminando las aguas y las redes cloacales, y reproduciendo infecciones”, explica Smecuol, y agrega: “Algunos parásitos también pueden encontrarse en la ropa de cama o en toallas, convirtiéndolos en difusores dentro del grupo familiar, y en la tierra, por lo cual andar descalzo se vuelve otra fuente de infección”.
En cuanto a los síntomas, cambian según el parásito que se encuentre en el organismo. Los más frecuentes son: prurito (picor) anal, dolor y distensión abdominal, vómitos, diarrea y fiebre. Otros menos frecuentes son la pérdida de peso, la tos, alteraciones del sueño e irritabilidad. La forma de detectar si un niño o adulto está sufriendo parasitosis intestinal es hacer un examen directo de las heces.
Cada tipo de parásito se combate con un medicamento específico y, en algunos casos, debe repetirse el tratamiento unas semanas después, con el objetivo de eliminar los parásitos adultos que nacieron de los huevos que resistieron las primeras dosis de medicamento.
En Argentina, las parasitosis intestinales impactan principalmente en las poblaciones más vulnerables. La falta de higiene y el difícil acceso al agua potable hacen que la afección se propague de manera rápida y silenciosa. La inadecuada manipulación de excretas y la defecación al aire libre, producto de la falta de baños adecuados y de cloacas, contaminan el suelo y el agua.