Por Dr. Daniel Cassola
Gran parte de las fiestas, sino todas, que están inscritas en nuestro calendarios tienen algo que ver con las distintas variantes de la religión católica. Y muchas de ellas, a su vez, tienen un origen pagano luego tamizado por el catolicismo.
En este sentido, el carnaval es un ejemplo de manual. Este tipo de festejo es casi tan antiguo como la civilización. Hay quienes sitúan a las primeras celebraciones de este estilo en épocas tan remotas como las del Egipto Antiguo y Sumeria, hace 4 o 5 mil años.
Lo que es seguro es que hace más de dos mil años, en el Imperio Romano, ya había fiestas de este tipo que se consagraban a los dioses adorados de entonces. El cristianismo no terminó con los festejos y tradiciones de las sociedades anteriores sino que los tomaron e incorporaron. En el proceso, claro está, se dan cambios.
Para el siglo XV los carnavales se festejaban en toda Europa y los barcos que llegaron a América trajeron los festejos a estas costas, donde nuevamente iban a modificarse y adaptarse a las nuevas sociedades que se estaban formando.
La era industrial y el calendario como imposición de la administración del tiempo dieron forma a las jornadas de trabajo y también a las fiestas. Hoy, por lo menos por estos lares, los carnavales terminan el miércoles de ceniza cuando se inician los cuarenta días de la cuaresma cristiana que terminan en otro festejo, el de Pascuas.
Así como los carnavales han ido mutando a lo largo de los siglos de la historia, hoy, como resultado parcial, podemos observar en Argentina que en cada región se celebra de una manera distinta, que está en contacto con el origen de cada población.
En el norte el carnaval está compuesto por una serie de tradiciones indígenas andinas, y hasta cuentan con un estilo musical folclórico propio, el carnavalito. En La Rioja tienen su propia versión, La Chaya, y la celebración gira en torno de una serie de muñecos de trapo.
En la Mesopotamia argentina los carnavales adoptaron una forma más parecida a la del Brasil, con comparsas que deslumbran por su vestuario y su despliegue en carrozas.
En cambio en Buenos Aires o Rosario el carnaval es sinónimo de murgas, bombos y platillos.
La lista es interminable. En Uruguay el Carnaval es un evento trascendental, y hay eventos mundialmente conocidos como el carnaval de Venecia y sus máscaras.
Son muchas las formas pero el espíritu de celebración del carnaval parece ser uno solo, que nos une desde tiempos inmemoriales.