Por Dr. Daniel Cassola
Actualmente uno de cada tres argentinos padece de hipertensión arterial, una enfermedad crónica que no se puede curar pero que sí se puede tratar para minimizar sus riesgos. El porcentaje aumenta considerablemente a medida que avanzamos en la escala etaria. Son más de la mitad los hipertensos dentro de los mayores de 50 años y más del 75 por ciento en el grupo que ya alcanzó o superó los 75 años.
El origen de la enfermedad se puede trazar con precisión solo en un escaso porcentaje de casos. Lo que se sabe es cuáles son los factores que facilitan la aparición de la hipertensión. Por un lado están los hereditarios, ya que los hijos de hipertensos tienen mayor posibilidad de contraerla. Por otro, los que se denominan factores ambientales, por ejemplo las conductas y los hábitos.
Uno de los principales factores ambientales es el consumo de cloruro de sodio, de sal. El contenido de sal que necesitamos para vivir viene con los alimentos, en principio no necesitamos añadir ni un gramo. Según lo recomendado por la Organización Mundial de Salud, en Argentina estamos consumiendo tres veces más de lo que deberíamos.
El 70 por ciento del exceso de sal viene de los alimentos procesados. Uno reconoce el alimento salado por su gusto, pero por ejemplo los panificados son la principal fuente de sal, porque incluso los que pueden presentar gusto dulce tienen contenido de sal, como por ejemplo las facturas.
Hace algunos años la problemática fue reconocida por el Ministerio de Salud y se empezó con una campaña para reducir el porcentaje de sal en la elaboración de panificados, lo cual es importante porque ya hay muchas panaderías que trabajan bajo esta modalidad.
Según el médico nefrólogo Felipe Inserra, ex presidente de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial, “las estrategias públicas para la prevención de enfermedades crónicas son las que impactan masivamente en la población”. Con cada gramo de sal que se reduce en el consumo se evitan 2 mil muertes y 20 mil eventos cardiovasculares por año.
Además el consumo inadecuado de sal tiene que ver con otros males. Aumenta el riesgo que los tejidos envejezcan prematuramente. No solo los vasos, sino también el corazón, los riñones y el cerebro pueden padecer el consumo excesivo de cloruro de sodio.
En la actualidad los argentinos consumen, en promedio, alrededor de 12 gramos de sal por día, cuando lo que recomienda la OMS es que no se superen los 5 gramos. Es hora de profundizar las políticas públicas, ya sea acciones directas como campañas de información y concientización, para que ese índice se reduzca considerablemente y así mejore la salud de la población.