Reducir el consumo de sal es un muy buen negocio

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Tres medialunas contienen toda la sal que puede consumir un hipertenso en una semana.

Por Dr. Daniel Cassola

Si en promedio disminuyéramos el consumo de sal en tres gramos por día, estaríamos evitando 6 mil muertes, 13 mil casos de ACV y 14 mil infartos por años, según calcula el Ministerio de Salud de la Nación. A todas luces parece un negocio redondo.

Pero la tarea no es fácil. La concientización ha avanzado pero todavía falta que circule más información en la sociedad. Las encuestas revelan que en los últimos tiempos disminuyó la cantidad de gente que le agrega sal a las comidas en la mesa, del 24 por ciento en 2005 al 17 en 2013.

Ahora bien, es cierto que se trata de un avance, aunque la mayor parte de la sal que consumimos no proviene de lo que agregamos en la preparación o en la mesa, sino que ya viene directamente incorporado en los alimentos que consumimos.

Un ejemplo: tres medialunas contienen toda la sal que un hipertenso puede consumir en una semana. No debe ser mucha la gente que sabe que al consumir panificados dulces ingiere ingentes cantidades de sal.

Sí es más fácil darse cuenta que los productos que más sal aportan a nuestra dieta son los chacinados, las masas de tartas y empanadas, las pizzas y los snacks. Todos ellos tienen un notorio gusto salado.

El impacto del consumo de sal en la salud es notorio. Se calcula que el 30 por ciento de los casos de hipertensión están relacionados con un consumo que supera lo recomendable. A propósito, los argentinos estamos consumiendo más del doble de sal por día de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Mientras las autoridades sanitarias mundiales recomiendan que la ingesta no supere los 5 gramos diarios en nuestro país ese valor está en un promedio de 11. Más del doble.

Llegado este punto la pregunta es cómo se puede reducir el consumo de sal. Más información, en primer lugar. No nos referimos solo a los medios de comunicación sino que también es necesario cambiar el etiquetado de los alimentos. En este aspecto hay que privilegiar la salud por sobre los negocios.

Los productos envasados deberían advertir claramente cuánta cantidad de sal poseen, y qué porcentaje de la ingesta diaria representa. Hoy lo que hacemos es comer con los ojos vendados, sin saber con certeza lo que nos llevamos a la boca.

Menos hipertensión, menos infartos, menos ACV, menos muertes. Sin dudas, reducir el consumo de sal es un muy buen negocio.

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