Tercera edad y geriátricos: “Estamos en el peor de los mundos”

Lo aseguró el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino. Según los datos que se tomen entre el 28 y el 32 por cientos de los muertos por Covid-19 habitaba en residencias para adultos mayores. En las demás provincias no hay información al respecto.

Por Dr. Daniel Cassola

Los geriátricos arrastran una situación histórica de mucha delicadez. Se trata de instituciones sobre las que cada vez pesan más cargas y controles, mientras no se las reconoce por esos constantes esfuerzos. En otras palabras, quienes instalan un centro asistencial para adultos mayores tienen que hacer cada vez más con los mismos, o incluso menos recursos. No es una situación nueva, ni de este gobierno y el anterior, sino que es un arrastre desgastante que proviene de la década del 90 o incluso antes.

Ayer el gobierno de la Ciudad clausuró un geriátrico “clandestino” que funcionaba en el ex Hospital Israelita en el barrio de La Paternal. Lo que sucede con los geriátricos, por lo general, no es que existe una mafia que trafica camas para atender adultos mayores, sino que las sucesivas regulaciones empujan a los centros a la ilegalidad. Según datos que maneja Semino en el país hay unos mil geriátricos clandestinos que tienen entre 15 y 20 mil camas. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, muchos “pasaron a la clandestinidad” cuando se aprobó la ley de habilitación y control de geriátricos en 2005.

La situación de muchos de estos centros es gris. Se los llama clandestinos pero, por ejemplo en el geriátrico Santa Rita allanado ayer, había afiliados del PAMI alojados. O sea, no están del todo habilitados pero las instituciones oficiales los utilizan. Seguramente lo hacen porque lo necesitan. No sobran lugares para adultos mayores, que por otra parte es una franja de la población que cada vez es más numerosa.

En cuanto a la situación actual de los geriátricos, durante la pandemia, hay algunos indicios preocupantes. Según cuenta Semino el personal que trabaja en las residencias “lo hace con un grado de estrés supremo”. Además, el defensor asegura que son “escasos” los testeos que se realizan en los trabajadores.

Semino define que los internados en geriátricos son los que más cumplen la cuarentena: “No tienen otro contacto más que los trabajadores del lugar, porque desde el 20 de marzo no los pueden visitar sus seres queridos, y se mueren sin despedirse. Esto se da tanto en las residencias cinco estrellas, dónde por ejemplo está Carlos Salvador Bilardo, donde la estadía mensual es de doscientos mil pesos y donde hubo 19 casos de coronavirus, o los otros, los más económicos, donde el PAMI paga cuarenta mil pesos por afiliado, como el geriátrico de Parque Avellaneda, donde también se infectaron 19 personas”.

“El problema en estos centros de atención es el recurso humano que está mal pago, que por lo general son mujeres pobres que viven en el segundo y en el tercer cordón del Conurbano Bonaerense y que viajan en transporte público. Los responsables no son los trabajadores de las residencias geriátricas, sino la falta de testeos que las autoridades sanitarias deberían realizar prácticamente a diario al personal, pero que no se hacen porque faltan los insumos para hacer los hisopados”, agregó Semino con su claridad habitual.

Mucho se habla por estos meses de las falencias en nuestra sociedad que puso en evidencia el coronavirus y la pandemia. Sin duda que el trato que reciben los adultos mayores es una cuestión a abordar, un problema pendiente. Se trata de una gran cantidad de adultos mayores, que en muchos casos, ven incumplidos sus derechos más fundamentales.

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