Por qué es importante que se apruebe la Ley de Etiquetado Frontal

La oposición al gobierno nacional no permitió que comience la sesión al no presentar quórum. Si la nueva norma se aprueba cambiará la forma de presentación de muchos productos alimenticios. El objetivo es reducir los índices de hipertensión, hiperglucemia y obesidad.

Por Dr. Daniel Cassola

El tránsito de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable tuvo, al momento, un paso problemático por el Poder Legislativo. En las comisiones pertinentes se aunaron 15 proyectos distintos pero de intenciones similares para confeccionar una norma que finalmente fue aprobada por el Senado en octubre de 2020. Desde entonces aguarda por su tratamiento en la Cámara de Diputados, cosa que hoy no pudo ser por la falta de quórum.

Para iniciar la sesión se necesitan 129 diputados presentes y solo hubo 122, ya que la oposición, cuyo bloque mayoritario es el de Juntos para el Cambio, decidió no ocupar las bancas correspondientes. Más allá de los tironeos políticos, que en este momento tiene que ver con la interpretación del momento que cada facción hace después de las elecciones PASO, la Ley de Etiquetado Frontal es un paso importante para mejorar la salud de la población.

La industria alimenticia no tiene voceros propios que discutan la ley en los medios, aunque es sabido que su postura es contraria a la aprobación. En el proceso legislativo, quienes defienden la ley han hablado de un lobby contrario a su postura, algo que siempre es fácil de imaginar pero difícil de probar. A favor del rotulado están organizaciones como Unicef, la Sociedad Argentina de Pediatría, la Fundación Interamericana del Corazón y la Organización Panamericana de la Salud, entre otras.

En concreto lo que plantea la ley es que los paquetes en los que se presentan los alimentos en las góndolas deben llevar advertencias si hay exceso de algún componente que favorezca la aparición o sea factor de hipertensión, diabetes u obesidad, entre otras patologías. En concreto, los alimentos deben tener advertencias sobre sus contenidos de sales, azúcares y grasas, y todas sus posibles variantes.

Lo que dispone, o dispondrá, la ley es que en los envases haya octógonos negros que sean muy visibles y que adviertan sobre el contenido del producto. Para trazar una comparación, es algo similar a lo que sucede desde hace un tiempo con las marquillas de los cigarrillos y los distintos productos derivados del tabaco.

En otras latitudes proyectos similares registran resultados que se consideran exitosos desde el punto de vista sanitario. Después de aplicar las advertencias, en Chile se redujo el consumo de bebidas azucaradas en un 25 por ciento. En Lima, capital de Perú, el 37 por ciento de los consumidores dejó de comprar productos marcados con los octógonos. En Uruguay, que también cuenta con una ley similar, el cambio de conducta se registró en el 56 por ciento de los consumidores. Por último, un proyecto similar se aprobó en México en 2019, país que es el mayor consumidor de gaseosas del mundo. Según estima el Instituto de Salud Pública de allí, la reducción del consumo calórico podría evitar 1,3 millones de casos de obesidad en los próximos cinco años.

Ningún cambio es una solución mágica y definitiva, pero la experiencia en otros países cercanos arroja buenas perspectivas. La Ley de Etiquetado Frontal perderá estado parlamentario si no se trata, como muy tarde, en diciembre. Si eso sucede sería un retroceso lamentable para la salud pública argentina.

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