Por Redacción Curar con Opinión
El Gobierno de Países Bajos ha impuesto un confinamiento estricto, sin toque de queda, hasta el 14 de enero ante el rápido avance de la variante Ómicron del coronavirus. La medida entró en vigor a las cinco de la madrugada del domingo y trata, por un lado, de evitar un posible colapso hospitalario, y por otro, de que el Ministerio de Sanidad gane tiempo para avanzar con las dosis de refuerzo, que deben estar puestas a los mayores de 18 años a finales de enero.
El cierre de la gastronomía y las actividades culturales será completo. Otro tanto ocurrirá con las escuelas, universidades, gimnasios y el deporte de aficionados. El profesional seguirá sin público. No se podrá recibir a más de dos personas mayores de 13 años en casa; serán cuatro en Nochebuena o Navidad.
Profesiones de contacto como la peluquería bajarán igualmente la persiana, y solo permanecerán abiertos hasta las ocho de la tarde los servicios considerados esenciales, como supermercados y farmacias. Sigue en marcha el reparto de comida a domicilio. Calificada de urgente y necesaria por las autoridades, la decisión llega apenas cuatro días después de que se hubiera prolongado la clausura parcial ―a partir de las cinco de la tarde― de las mismas actividades.
Con las cifras en la mano, los contagios semanales parecen subir de forma contenida en Países Bajos. El problema, como en otros países, es la velocidad alcanzada ya por la variante Ómicron. También, la incertidumbre de los expertos “sobre si la gente enfermará de gravedad y aumentará la cifra de ingresos hospitalarios”, según ha dicho la viróloga holandesa Marion Koopmans, miembro del equipo asesor del Gobierno y directora del departamento de Virociencia del Centro Médico de la Universidad Erasmus, en Róterdam.