La psitacosis es una enfermedad bacteriana que, aunque no figura entre las zoonosis más comunes, mantiene un interés sostenido para la salud pública debido a su capacidad de provocar cuadros respiratorios graves y a la amplia distribución de sus reservorios en el país.
Por Dr. Daniel Cassola
Causada por Chlamydia psittaci, esta infección se transmite a los seres humanos principalmente a través del contacto con aves portadoras, muchas de las cuales pueden lucir completamente sanas mientras eliminan el agente causal. El reciente informe del Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud de la Nación permite trazar un panorama actualizado de su incidencia en Argentina durante 2025 y evaluar la evolución de la enfermedad, sus características y los desafíos que persisten para su vigilancia.
Entre las semanas epidemiológicas 01 y 43 de 2025 se notificaron 571 casos sospechosos de psitacosis al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud, de los cuales 93 fueron confirmados. Esta cifra representa un descenso significativo en comparación con el mismo período del año anterior: en 2024, al llegar a la semana 43, ya se contabilizaban 209 casos confirmados. La reducción sugiere una menor circulación del agente infeccioso o mejoras en las condiciones de exposición y en las medidas preventivas adoptadas por la población y por los equipos de salud.
El comportamiento temporal también evidenció un patrón definido: el pico más alto de casos se produjo entre las semanas 01 y 04, seguido de un descenso sostenido a partir de la semana 05. Este comportamiento inicial, con un aumento al comienzo del año, coincide con la mayor interacción con aves domésticas y silvestres durante los meses de verano, etapa en la que suele intensificarse la manipulación de fauna y el tráfico ilegal, dos factores recurrentes en la epidemiología de esta zoonosis.
La distribución geográfica de los casos confirmados muestra una clara concentración regional. El Centro del país, que incluye Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, registró 87 de los 93 casos confirmados, lo que refleja no solo una mayor densidad poblacional y de aves domésticas, sino también un sistema de vigilancia más robusto y sensible. En segundo lugar se ubicó la región de Cuyo, con seis casos distribuidos entre Mendoza, San Juan y San Luis. Las regiones Sur y NOA informaron tres casos cada una, representando una carga significativamente menor en términos absolutos.
Sin embargo, al observar la incidencia por cada 100.000 habitantes, algunos departamentos de baja población mostraron tasas destacadas: Quemú Quemú en La Pampa, Pichi Mahuida en Río Negro, Adolfo Alsina en Buenos Aires y Paraná en Entre Ríos. Esto subraya la importancia de atender no solo la cantidad de casos, sino también el impacto relativo en comunidades más pequeñas, donde la presencia de aves domésticas y de cría tiene un rol central en la vida cotidiana.
En el plano clínico, la psitacosis se caracteriza por un período de incubación que oscila entre los cinco y los catorce días. Su manifestación más frecuente es la neumonía adquirida en la comunidad, un cuadro que puede confundirse con infecciones respiratorias virales o bacterianas más comunes si no se indaga adecuadamente el antecedente de exposición a aves. La detección temprana es clave para evitar complicaciones y reducir el riesgo de formas graves de la enfermedad, ya que el tratamiento antibiótico adecuado suele ser altamente efectivo cuando se administra de manera oportuna.
Aunque históricamente las aves psitácidas —como loros, cotorras y guacamayos— han sido las más asociadas con la transmisión, el reporte epidemiológico destaca que la zoonosis también puede originarse a partir de palomas, pollos, pavos y patos. Muchas de estas especies, especialmente las urbanas o de cría doméstica, pueden portar la bacteria sin mostrar signos. Por este motivo, los equipos de salud deben investigar la procedencia del ave en casos sospechosos: si proviene del comercio legal, del tráfico ilegal —una problemática persistente en el país— o si se trata de animales rescatados de la vía pública. La evaluación del estado del ave también es fundamental, ya que alteraciones en el plumaje, falta de apetito, pérdida de peso o cambios conductuales pueden indicar infecciones que facilitan la transmisión.
La psitacosis continúa siendo una enfermedad de baja incidencia en Argentina, pero su comportamiento epidemiológico exige mantener la vigilancia activa y reforzar las prácticas de prevención en la población que convive o trabaja con aves. El descenso observado este año es una señal alentadora, pero no implica la ausencia de riesgo.









